Por: Rocío Algara
Las emociones determinan la calidad de nuestra existencia. Se dan en todas las relaciones que nos importan: en la escuela, con los amigos, en el trato con la familia y con nuestras relaciones más cercanas. Pueden salvarnos la vida pero también pueden hacernos mucho daño. Pueden llevarnos a actuar de una manera apropiada y realista pero también pueden conducirnos a actuaciones de las que luego nos arrepentiremos de todo corazón.
Las emociones pueden desencadenarse muy rápido y con frecuencia lo hacen, tanto que de hecho nuestro yo consciente no participa e incluso ni es testigo de lo que en la mente dispara una emoción en un momento determinado. Esa velocidad puede salvarnos la vida en una emergencia pero también puede destrozárnosla si reaccionamos de manera exagerada.
Una emoción es un proceso que inicia con una evaluación automática influida por nuestro pasado evolutivo y personal, surge cuando sentimos que algo importante para nuestro bienestar está ocurriendo, haciéndose notar con un conjunto de cambios fisiológicos y comportamientos emocionales que comienzan a encargarse de la situación, finalizando con un periodo refractario que nos lleva a confirmar para repetir o reconsiderar.
Las emociones nos preparan para manejar sucesos importantes sin pensar en lo que hay que hacer disponiéndonos para lidiar rápidamente con los acontecimientos vitales.
De acuerdo con la investigación de Paul Ekman hay familias de emociones universales que tienen en común los detonantes y propósitos, además de los gestos.
Hay 7 identificadas por él, que son: Enojo, Tristeza, Miedo, Asco, Desprecio, Sorpresa y Alegría.
El propósito del Enojo es remover un obstáculo y se detona cuando percibimos alguno; el motivo de la Tristeza es solicitar cercanía y cuidado y aparece cuando experimentamos que algo a lo que teníamos apego ya no estará cerca; sentimos Miedo para escapar de una amenaza y ocurre al percibirla como tal; el Ascosurge cuando queremos liberarnos de algo tóxico, sea biológico o social y lo sentimos al identificar algo que nos puede provocar un daño; el Desprecio está para afirmar la superioridad y se manifiesta al sentirnos inseguros ante una situación, persona u objeto; la Sorpresa existe para enfocar la atención a algo súbito y surge cuando hay un nuevo estímulo que no sabemos si puede representar una satisfacción o una amenaza; la Alegría está para fortalecer el vínculo y cooperación entre los seres y se detona cuando hay gozo a causa de la presencia de algún estímulo.
Cada una tiene sus matices y por eso se les llama Familias.
Tener conciencia de tu vida emocional implica:
- Conocer en ti los estímulos que embonan con tus bases de datos emocionales particulares.
- Notar lo que te ocurre en el cuerpo, corazón, manos, cara… con tus emociones más frecuentes.
- Nombrar para domar para disminuir su activación, ser consciente y disminuir el periodo refractario.
Las emociones forman parte de tu evolución, recibir su mensaje es vivir mejor en su compañía. Deja de ser víctima de tus emociones a través de la conciencia y la sabiduría que te permite servirte de su poder.
* Este artículo es complementario a la charla con el mismo nombre que encontrarás en FB en la página de Gamma Consultoría, Grupo Amor 360°.
*Acompañamiento terapéutico