
Tiempos de Maktub
Cuántas palabras, definiciones, argumentos y estereotipos podemos usar para definir el amor. Ese amor que ha evolucionado y con distintos rostros, rompió los rituales del tradicionalismo acérrimo para dar paso a nuevas formas de amar.
La universalidad de las parejas, hoy da la posibilidad de romper con las viejas y desgastadas costumbres de pensar que el amor es sacrificio, dolor, sufrimiento, entrega, abnegación y fidelidad.
Sí, sé que es fuerte entender que el amor tiene diferentes formas de interpretación y asimilación en nuestras vidas.
El amor tiene una fecha de caducidad, y aunque nos resistamos a reconocerlo, el amor pasa por esas etapas que lo van transformando y adecuando a edades, tiempos, circunstancias y sentimientos.
Hay personas que la mayor parte de su vida se la pasan buscando el amor, su otra mitad, su media naranja.
El amor no es complemento, es una fusión de dos seres que no deben perder por ninguna circunstancia su integridad, individualidad y autonomía.
La forma de amar depende de cada uno de nosotros, pero aspirar a ser felices pendiendo de un hilo que nos haga estar atados a las emociones y sentimientos de otra persona, es un error.
El amor inicia y se mantiene primero que nada en nosotros mismos; lo único que hacemos es reflejar con cada pareja nuestro nivel emocional y capacidades amatorias.
Los estereotipos que elijas para amar como son el matrimonio, noviazgo, unión libre, concubinato en nada alteran la forma que de proyectar el amor hacia otra persona.
La proximidad de tener gente amada en el presente y preservada en todo recuerdo de lejanía, me hace ser alérgica a escoger un solo día para mostrar los cariños y las querencias.
No creo en el 14 de febrero, mantengo mi preferencia de amar a todas horas, sin fecha y con la caducidad que mi corazón lo establezca.
Creo en ese amor invadido de equilibrios, donde se pueda dar y pedir al ritmo de la razón y no de los apegos.
Seguiré defendiendo el amor que respeta espacios, tiempos, circunstancias y sobre todo… solidaridad.
Como en todo corazón siempre hay espacio para alguien que se diferencie de todos.
No busco, me mantengo en el filo de mis emociones y aguardo los buenos momentos que se puedan vivir junto a alguien.
Compartir la vida con alguien no debe verse como ser la mitad del otro, prefiero preservar mi totalidad para compartirla con esa persona, sin que ninguno de los dos se sienta dependiente del otro.
Por naturaleza somos reincidentes a la hora de elegir todo aquello que a veces en lugar de amarnos, nos daña.
La conclusión para entender que nos hacemos más daño con estas situaciones es simple: “El amor no duele”.
Facebook: Mediatikos Consulting Twitter: @rubysoriano
Mail: mediatikosconsulting@gmail.com www.mediatikos.wordpress.com