
Hay momentos en la Vida donde todo pareciera ir en contra nuestra, momentos donde todo evento externo está “fuera de control”, momentos donde la lógica nos dice que todo está MAL, y donde, en un mundo dual, daríamos lo que fuera por cambiar nuestra realidad.
Aquellos que le encuentran lo positivo a cualquier situación son personas que por momentos causaron mi admiración, y por otros mi total incredulidad, al punto de imaginarlos como personas infantiles o “con un tornillo suelto”.
Lo vi como un fallido intento para tener una Vida eternamente feliz, la cual yo sabía, por experiencia propia, que no era más que una Utopía.
Pero la Vida me llevó, poco a poco y sin darme cuenta, a compartir rasgos con estas personas, al punto, en que hoy me podría considerar una de ellas.
Y esto fue lo que aprendí…
El dolor, la incertidumbre y el miedo no son menores, podría decir incluso que se sienten con más intensidad. Los problemas no son menos, de hecho, creo que hoy son aún más conscientes de la gran cantidad.
Pero cuando pareciera que no tengo otro camino, e incluso cuando el PARA QUÉ no me es claro aún, me agarro de algo que me ha salvado en más de una ocasión, la CONFIANZA en que aquello que vivo tiene un gran sentido.
Probablemente no lo vea ni lo entienda en mucho tiempo, pero sé que, inevitablemente, ese momento es una parte vital de mi gran camino.
Recuerdo aun el día en que perdí un bebé, también recuerdo el día en que mi hija mayor nació y cada vez que veo sus ojitos, agradezco que haya sido ella la que llegó.
Recuerdo también el día en que decidí cambiar de carrera, créanme, no fue fácil, lo hice rodeada de confusión y depresión. Hoy agradezco haber tomado esa decisión, ya que puedo vivir día a día mi pasión.
Recuerdo también ese día hace ya casi 3 años, cuando mi corazón se partió y una parte de él se fue al Cielo, no hace falta repetir lo que ya he escrito al respecto.
La realidad es que, locos o no, los que confiamos en que TODO tiene un sentido sabemos una cosa: aquello que pasa afuera NO ESTÁ EN NUESTRAS MANOS, LO QUE HAGAMOS CON ELLO, SÍ.
¿Y qué pasa cuando no sabemos qué hacer?
La confianza en que EL SENTIDO, aunque oculto aun, EXISTE… nos permite relajarnos, evitar la resistencia a los hechos y así poder tomar lo mejor de la situación. Hablando desde un ángulo espiritual y emocional, nos mantiene a flote permitiéndonos aprender de aquello que nos ha sido dado y ayudándonos a tomar las mejores decisiones.
Hablando desde un ángulo físico, nos ayuda a evitar intoxicar nuestro cuerpo con exceso de estrés y preocupación interpretadas por el cuerpo como amenazas (reales o no) las cuales nos desgastan y terminan por enfermarnos aun más.
No se trata de lograr una vida sin dolor, se trata de dejar de resistirse a él, porque es la resistencia misma la que nos evita aprender de la experiencia y nos atrapa en ella. Y si de todos modos nuestro cuerpo tendrá probabilidad de enfermar, al engancharnos en esas emociones se enfermará a un más.
Así que, con todo y el dolor, la preocupación y el miedo, que comúnmente también me visitan, me declaro una de esas locas, las cuales a veces tienen, como único recurso, LA CONFIANZA.
¿Sirve?
Al menos, hoy puedo permitirme VIVIR y EXPERIMENTAR todo tipo de emociones sin resistencias. Y eso, es a lo que yo llamo VIVIR… Vivir, en vez de encerrarme en una jaula de cristal por el miedo a romperme.
Me rompo, diario, una y otra vez. Me rompo, recojo los pedazos y los vuelvo a coser. Ese es mi día a día. Y es precisamente eso, lo que sospecho, me ayuda a seguir transformándome en la mejor versión de mi propio SER.
¿Cuál es la definitiva?
No lo sé… así que solo me queda, una vez más, CONFIAR en que algún día lo descubriré.
¿Te riges a través del MIEDO o de la CONFIANZA en la Vida?
¿Consideras que tienes control sobre aquello que pasa en tu exterior?
¿Reconoces alguna jaula de cristal alrededor tuyo?
conócete ~ ámate ~ aliméntate
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