
POR: Gina Tager*
Cuando hablo de amor, tiendo a darle preferencia al amor propio ya que, sin éste, el amor de otros es más difícil de sostener.
Dicho esto, hoy quiero tomarme el espacio para reflexionar sobre el amor de pareja. Un amor que casi todo ser humano, desea, busca y necesita.
Sí, tal como siempre se nos ha dicho, creo que para que el amor de pareja sea auténtico, necesita estar basado en la esencia de la persona y no tanto así en el exterior. Por supuesto que la química y la atracción necesitan estar presentes, y como seres multifacéticos que somos, el cuerpo tiene un lugar de importancia cuando de amor se trata, más no creo que sea el ingrediente principal.
He vivido, experimentado y aprendido de la fuerza que tiene la atracción que se siente a partir de lo que una persona emana, expresa y vibra. Puede incluso ser más fuerte que el molde (por más perfecto que sea) que contiene al Ser mismo.
Hoy quiero hacer una reflexión aún más profunda.
Hoy, en el entendido de que nuestro amor esté basado no sólo en el cuerpo y la figura, comienzo a entender la importancia que la flexibilidad, la apertura al cambio y evolución de cuerpo, mente y Alma tienen.
Y es que NADA es inmóvil, nada permanece, lo único que es seguro es que TODO CAMBIA.
Es en ese cambiar, que el ser humano de hoy se siente desvalido, intentando mantenerse y conservase intacto a través de todos los medios conocidos, obligándose a permanecer inerte en su resistencia al cambio.
Cirugías, tratamientos, maquillaje, actitudes incongruentes con una edad cronológica que por más pantallas que intentemos poner, nos gana “la batalla” y da la cara no solo por el cambio físico sino por el que vive el Alma.
De ahí que nos sea tan difícil amarnos, de ahí que sea tan difícil sentir que merecemos ser amados. De ahí que pensemos que con lograr parar el tiempo, conseguir firmeza de piel y tejidos, músculo excesivo y medidas artificiales, podremos “engañar y engañarnos”, aunque sea por un tiempo, para crear una falsa sensación de seguridad y permanencia.
Hoy, ya no es “hasta que la muerte nos separe” hoy pareciera ser “hasta que el cambio nos alcance”.
Enamórate de tus cambios, enamórate de tu variabilidad, enamórate del descubrirte distint@ día con día… y me permito añadir:
Enamórate, ábrete, entrégate a quien acepte tu eterno cambio, a quien conozca tu esencia y permita que evolucione en nuevas, interesantes y maravillosas formas, sin peros, sin juicios, sin trabas. Aquella persona que sepa que quien eres hoy, es la base de la transformación en quien serás mañana.
Creo que la vida está hecha de pequeñas muertes, y las relaciones también. Cada pequeña muerte, trae un nuevo renacer. Las ideas cambiarán, los intereses evolucionarán, la carne perderá su elasticidad, las arrugas y las canas aparecerán, pero lo que puede mantenernos siempre juntos es la certeza de que ese cambio, siempre traerá algo bueno bajo el brazo. Es el elegir descubrirnos juntos todos los días, con la apertura de que a la vuelta no necesariamente sabremos qué habrá, pero la experiencia en pareja siempre mejor se vivirá.
Esto es lo que la Vida me está enseñando, esta es la nueva cara del amor que hoy estoy descubriendo. Esto es lo que permite que añada un año más a una historia que contiene sonrisas, lágrimas, muertes, renacimientos, discrepancias en intereses, similitudes en sentimientos, pleitos, besos, sonrisas y retos, que tiene luz y tiene sombra, que en resumen tiene de todo, de todo… menos un botón que pare el tiempo y detenga el cambio.